¡Oferta! La ruta española a China

La ruta española a China

Esta obra recoge la historia de las relaciones comerciales, culturales y diplomáticas entre China y España con el propósito de aportar datos que nos permitan conocer la huella que ha dejado el encuentro con el país asiático en la cultura española.

La investigación tiene su punto de partida en los contactos comerciales que España estableció con China a mediados del siglo XVI, con especial hincapié en la excepcionalidad de la ruta española que, a diferencia de las emprendidas por otros países europeos, se estableció a través de las rutas que abrió por el Pacífico. Este itinerario arrancaba en la ciudad de Manila, a la que llegaban todos los años, procedentes de los puertos chinos de Cantón y Amoy (Xiamen) numerosos juncos repletos de productos, como tejidos de seda, porcelanas, abanicos, marfiles… Todas esas mercancías se embarcaban en el Galeón de Manila o Nao de China, que partía cada año rumbo al puerto de Acapulco, en Nueva España, donde se celebraba una gran feria anual. Parte de los géneros era llevada a Perú, mientras que el resto se transportaba por tierra hasta México por el "Camino de Asia" y desde aquí, a través del "Camino de los Virreyes", a Veracruz. Allí se embarcaba una buena parte de esas mercancías con destino a España, donde eran altamente cotizadas. Al año siguiente el galeón volvía a Manila con productos procedentes de la metrópoli española y de los virreinatos americanos destinados a los mercados asiáticos.

Las tierras americanas, además de ser el punto intermedio en el tráfico de China y España, proporcionaban el principal producto que el mercado chino apreciaba como moneda de cambio: la plata. Su importancia quedó plasmada en la amplia circulación que tuvieron en China los reales acuñados en las cecas españolas, novohispanas y peruanas, convertidos en los más apreciados en las transacciones internacionales, y que incluso se resellaban con caracteres chinos, hecho al que se presta especial atención en este libro.

La ruptura, por parte de Holanda y otras potencias europeas y sus "Compañías de las Indias Orientales", del monopolio del comercio con China que mantenía la Península Ibérica desde que la unión de las coronas de España y Portugal puso bajo el control de Felipe II las dos rutas principales de comunicación con Asia —la que unía Lisboa con las Indias Orientales y la que enlazaba Sevilla con Manila a través del Atlántico y el Pacífico— no supuso la interrupción de los contactos. España, que había sido hasta entonces la principal receptora de la producción material e intelectual china, continuó durante el siglo XVIII importando grandes cantidades de objetos exóticos y se vio influida, al igual que otros países europeos, por la moda de la chinoiserie, plasmada en la arquitectura, el diseño de interiores, la pintura, las artes decorativas o la jardinería. La influencia de la cultura china no se limitó al arte visual, sino que se extendió a otras manifestaciones, como la literatura, el teatro, la música o la gastronomía.

Además, en esa época se impulsaron las expediciones de carácter científico y se crearon colecciones de objetos de historia natural, curiosidades de arte y antigüedades, lo que propició la llegada a España de cuadros, esculturas de diversos materiales, objetos de marfil, instrumentos musicales, dibujos en papel de arroz de plantas de la flora china... Gran parte de estos objetos tenían como destino el Real Gabinete de Historia Natural fundado por Carlos III, como los enumerados en la relación de "cosas curiosas del Imperio de China" que el navío Rey Carlos transportó en 1788 desde Filipinas hasta España y que actualmente se conservan en el Museo Nacional de Artes Decorativas, en el Palacio Real de Madrid o en el Real Jardín Botánico. Las relaciones diplomáticas con China se intensificaron en el reinado de Isabel II, quien envió a Sinibaldo de Mas como embajador plenipotenciario, y continuaron en el de Alfonso XII, momento en el que aparecen las primeras credenciales de embajadores chinos en España (1879). Durante todo este tiempo continuó la demanda de productos chinos, con especial interés en la porcelana y las pinturas sobre papel de arroz, aunque diversos acontecimientos, como las guerras del opio o, posteriormente, las guerras sino-japonesas, hicieron que las relaciones se vieran sometidas a numerosos vaivenes.

En los últimos años China ha suscitado un interés creciente en la comunidad académica que se ha visto plasmado en la creación de diversos centros de investigación, como el Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid, la Escola d’Estudis de l’Àsia Oriental de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona o el Centro de Estudios Orientales de la Universidad de Alicante. Estas instituciones desarrollan proyectos de investigación, imparten cursos de posgrado y organizan conferencias, cursos de formación y seminarios, dirigidos no sólo a universitarios, sino también a personal de empresas.

Nuestra obra aporta acerca de todos los aspectos ya comentados variada documentación recogida en diferentes instituciones públicas —Biblioteca Nacional, Biblioteca y Archivo de Palacio Real, Archivo General de Indias, Real Academia de la Historia, Real Academia Española, Real Jardín Botánico, Museo Naval...— y religiosas —Archivo Franciscano Ibero-Oriental, Biblioteca de la Comunidad Agustiniana del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Archivo de la Provincia Agustiniana de Filipinas en Valladolid...—, y va profusamente ilustrada con imágenes de objetos intercambiados entre ambos países, con el deseo de ofrecer un completo estudio que contribuya a la mejor comprensión de una de las bases de nuestra cultura.

 

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75,00 €



Varios Autores.

Edición en español

256 páginas

219 ilustraciones en color y 9 en blanco y negro

24,5 x 33 cm

Encuadernación en tela con sobrecubierta

Madrid, Ediciones El Viso, 2007

ISBN: 978-84-95241-53-5

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